Todo el mundo guarda secretos, al menos ocasionalmente. Eso es porque todos tenemos pensamientos y sentimientos internos que no vale la pena compartir con los demás o que nos harían daño a nosotros -o a otra persona- si fueran revelados.
Pero, guardar secretos ¿tiene un costo para nuestro bienestar?
El investigador Michael Slepian, autor del nuevo libro The Secret Life of Secrets, explora esta pregunta en profundidad y encuentra algunas respuestas provocativas. Al resumir su investigación y la de otros sobre los secretos, ayuda a los lectores a comprender mejor por qué las personas guardan secretos, cómo afecta su bienestar y cuándo es mejor revelar los secretos a los demás.
¿QUÉ SECRETOS GUARDAMOS – Y POR QUÉ?
Según Slepian, un secreto es algo acerca de ti mismo o algo que hiciste que ocultas a una o más personas a propósito, distinguiéndolo de algo que simplemente quieres mantener en privado. Por ejemplo, podemos mantener en privado que nos encanta tener la casa para nosotros solos cuando nuestros cónyuges se van de la ciudad –algo bastante inocuo, pero personal. Pero sí podríamos mantener en secreto que fuimos a un bar de citas y tomamos una copa con un extraño cuando se fueron de viaje la semana pasada, algo que no queremos que ellos (ni posiblemente nadie) sepa.
Slepian preguntó a cientos de personas sobre sus secretos y creó una especie de taxonomía de secretos, que van desde lastimar a otra persona (emocional o físicamente) hasta el uso de drogas en el pasado, preferencias sexuales inusuales, aptitudes para un trabajo y más (34 categorías, para ser exactos). Luego, encuestó a más de 50.000 personas de todo el mundo para averiguar dónde encajan sus propios secretos y descubrió que el 97% de ellos tenía al menos un secreto de la lista. Las fuentes comunes de secretos incluyeron mentiras, deseo romántico, infidelidad y finanzas, mientras que las fuentes menos comunes fueron la orientación sexual, el embarazo, una propuesta de matrimonio y el aborto.
“Lejos de ser lo que nos diferencia de los demás, los secretos son lo que tenemos en común”, escribe Slepian. El número promedio de secretos guardados fue de 13, con la mayoría de las personas teniendo 5 secretos que nunca le habían contado a nadie y 8 que le habían confiado al menos a una persona (pero con la intención de ocultarlos a los demás). Si bien nuestra cultura juega un papel en si guardamos secretos o no, dice Slepian, la categoría de nuestro secreto es más importante para decidir eso, así como cuánto sufrimos por nuestros secretos.
SECRETOS “INMORALES” Y VERGÜENZA
Una de las principales razones por las que guardamos un secreto es que nos avergüenza y tememos ser juzgados si sale a la luz. Cuanto más inmorales creamos que son nuestros secretos, menos probable será que los compartamos con los demás. Sin embargo, la vergüenza es una emoción difícil de vivir, razón por la cual las personas a veces revelan incluso sus secretos más vergonzosos.
“Cuanto más inmoral juzgues que es tu propio secreto, más vergüenza provoca ese secreto, más tiendes a pensar repetitivamente en él y te sientes menos capaz de lidiar con él”, escribe Slepian. La gente también guarda secretos para evitar conflictos y proteger sus relaciones, dice. Por ejemplo, no puede revelar que votó por el candidato de izquierda durante la cena de Navidad con su familia conservadora; o puede que no le revele a su cónyuge que fue abusado sexualmente de niño y que no disfruta del sexo.
Otra razón para guardar secretos es que revelar uno podría dañar nuestras metas personales o profesionales. Después de estirar la verdad en un currículum, probablemente no le confesaríamos eso a un empleador potencial que cuestiona nuestras calificaciones. Del mismo modo, si tenemos la ambición secreta de convertirnos en poetas, es posible que no tengamos ganas de compartirla con los demás, en caso de que nos menosprecien o desalienten.
POR QUÉ REVELAR NUESTROS SECRETOS
Si bien no hay nada intrínsecamente malo en tener secretos -depende mucho de cuál sea el secreto y de lo que implique revelarlo-cuanto más gravoso sea guardarlo para ti, más probable es que afecte tu bienestar. Si un secreto te hace sentir mucha vergüenza o reflexionar sobre aspectos negativos de ti mismo, probablemente sea bueno que prestes atención y averigües qué puedes hacer diferente para sobrellevarlo.
Por otro lado, las personas con secretos a menudo eligen pensar en ellos porque quieren entender qué sucedió y qué pueden aprender sobre sí mismos. Pero, si escribir tus pensamientos y reflexiones no te ayuda a lidiar con el trauma y no resuelve el problema en tu propia mente, podría ser una buena idea confiar en alguien cercano. Por lo general, la gente piensa mejor de nosotros de lo que esperamos, dice Slepian, y es más probable que empaticen en lugar de juzgar. Además, un confidente de confianza puede ofrecerte una perspectiva externa que te ayude, ya sea un amigo cercano, tu pareja o un terapeuta.
Si decides guardar un secreto, es posible que tengas que hacer todo lo posible para ocultar cualquier evidencia física o monitorearte cuidadosamente en caso de que algo se te “escape”. Sin embargo, el acto de esconderse no es necesariamente lo que te causa daño psicológico, dice Slepian. En cambio, es la forma en que mantener un secreto de los demás puede hacerte sentir aislado y menos conectado con ellos. Especialmente entre amigos íntimos y parejas románticas, ser reservado puede crear una distancia emocional y también hacerte sentir poco auténtico.
“A menudo, cuando le ocultamos algo a una pareja, creemos que lo hacemos por el bien de la relación, para evitar conflictos o para no herir los sentimientos de la otra persona”, escribe. “Pero si bien mantener un secreto con tu pareja puede evitar cualquier reacción imaginaria que esperas de ella, tiene el potencial de hacer más daño que bien”.
Entonces, ¿hay alguna regla general infalible que nos ayude a saber cuándo guardar un secreto y cuándo no? No exactamente, aunque Slepian aconseja a las personas que revelen secretos que probablemente saldrán a la luz de todos modos, y cuanto antes, mejor. Tu reputación podría verse arruinada por un secreto, y podría ser mejor revelarlo y disculparte por el comportamiento pasado en lugar de tratar de ocultarlo.
SECRETOS QUE MERECEN SER GUARDADOS
Existen algunas situaciones en las que podría ser mejor mantener un secreto. Slepian proporciona algunas pautas:
Deja los errores del pasado en el pasado. Si hiciste algo moralmente malo en tu pasado, no hay necesidad de confesárselo a los demás, a menos que no hacerlo lastime a otra persona, como si hubieras dado falso testimonio y encarcelado a otra persona por ello. Puedes sentirte culpable por lo que hiciste sin importar qué. Pero es mejor concentrarse en cómo has crecido desde tu error, las lecciones que has aprendido de la experiencia, y prometer no cometer el mismo error dos veces que castigarse por los errores del pasado.
Busca formas en que tu secreto beneficie a otros. Guardar un secreto en realidad puede ser un acto de bondad hacia otra persona. Entonces, antes de revelar un secreto, Slepian sugiere preguntarse: “¿Qué impacto tendría contar tu secreto en quienes te rodean? ¿Alguien podría salir lastimado?”. Si crees que compartir un secreto causaría un daño innecesario a alguien, esa es una buena razón para guardárselo. Puede que tengas que sufrir la carga de ello, pero es mejor que hacer sufrir a otros también.
Reconoce tus razones. Incluso si vivir con un secreto es difícil, aún puedes tener buenas razones para guardarlo, y es importante reconocerlo. Como ejemplo, Slepian menciona el caso de Edward Snowden, quien mantuvo en secreto sus planes de revelar al mundo los programas de vigilancia del gobierno para sacar a la luz algo que consideraba inmoral. Saber por qué lo estaba haciendo y el bien que podría generar lo ayudó a manejar la carga de hacerlo.
A veces, guardar un secreto es el camino más noble a seguir, escribe Slepian:
Si el secreto arrastra tu bienestar, aunque sea ocasionalmente, mira de cerca ese dolor y haz todo lo posible por entenderlo. Ahora considera que tal vez mantener el secreto no cause daño a nadie más. Quizás tu secreto protege a alguien que te importa. O tal vez tengas tus razones para guardar el secreto. Si uno de estos parece más cercano a tu situación, entonces ese es tu recurso de afrontamiento, tu salvavidas.
Y, en última instancia, la elección es y siempre debe ser tuya.
Cuando los secretos pueden dañar tu bienestar
Pero, guardar secretos ¿tiene un costo para nuestro bienestar?
El investigador Michael Slepian, autor del nuevo libro The Secret Life of Secrets, explora esta pregunta en profundidad y encuentra algunas respuestas provocativas. Al resumir su investigación y la de otros sobre los secretos, ayuda a los lectores a comprender mejor por qué las personas guardan secretos, cómo afecta su bienestar y cuándo es mejor revelar los secretos a los demás.
¿QUÉ SECRETOS GUARDAMOS – Y POR QUÉ?
Según Slepian, un secreto es algo acerca de ti mismo o algo que hiciste que ocultas a una o más personas a propósito, distinguiéndolo de algo que simplemente quieres mantener en privado. Por ejemplo, podemos mantener en privado que nos encanta tener la casa para nosotros solos cuando nuestros cónyuges se van de la ciudad –algo bastante inocuo, pero personal. Pero sí podríamos mantener en secreto que fuimos a un bar de citas y tomamos una copa con un extraño cuando se fueron de viaje la semana pasada, algo que no queremos que ellos (ni posiblemente nadie) sepa.
Slepian preguntó a cientos de personas sobre sus secretos y creó una especie de taxonomía de secretos, que van desde lastimar a otra persona (emocional o físicamente) hasta el uso de drogas en el pasado, preferencias sexuales inusuales, aptitudes para un trabajo y más (34 categorías, para ser exactos). Luego, encuestó a más de 50.000 personas de todo el mundo para averiguar dónde encajan sus propios secretos y descubrió que el 97% de ellos tenía al menos un secreto de la lista. Las fuentes comunes de secretos incluyeron mentiras, deseo romántico, infidelidad y finanzas, mientras que las fuentes menos comunes fueron la orientación sexual, el embarazo, una propuesta de matrimonio y el aborto.
“Lejos de ser lo que nos diferencia de los demás, los secretos son lo que tenemos en común”, escribe Slepian. El número promedio de secretos guardados fue de 13, con la mayoría de las personas teniendo 5 secretos que nunca le habían contado a nadie y 8 que le habían confiado al menos a una persona (pero con la intención de ocultarlos a los demás). Si bien nuestra cultura juega un papel en si guardamos secretos o no, dice Slepian, la categoría de nuestro secreto es más importante para decidir eso, así como cuánto sufrimos por nuestros secretos.
SECRETOS “INMORALES” Y VERGÜENZA
Una de las principales razones por las que guardamos un secreto es que nos avergüenza y tememos ser juzgados si sale a la luz. Cuanto más inmorales creamos que son nuestros secretos, menos probable será que los compartamos con los demás. Sin embargo, la vergüenza es una emoción difícil de vivir, razón por la cual las personas a veces revelan incluso sus secretos más vergonzosos.
“Cuanto más inmoral juzgues que es tu propio secreto, más vergüenza provoca ese secreto, más tiendes a pensar repetitivamente en él y te sientes menos capaz de lidiar con él”, escribe Slepian. La gente también guarda secretos para evitar conflictos y proteger sus relaciones, dice. Por ejemplo, no puede revelar que votó por el candidato de izquierda durante la cena de Navidad con su familia conservadora; o puede que no le revele a su cónyuge que fue abusado sexualmente de niño y que no disfruta del sexo.
Otra razón para guardar secretos es que revelar uno podría dañar nuestras metas personales o profesionales. Después de estirar la verdad en un currículum, probablemente no le confesaríamos eso a un empleador potencial que cuestiona nuestras calificaciones. Del mismo modo, si tenemos la ambición secreta de convertirnos en poetas, es posible que no tengamos ganas de compartirla con los demás, en caso de que nos menosprecien o desalienten.
POR QUÉ REVELAR NUESTROS SECRETOS
Si bien no hay nada intrínsecamente malo en tener secretos -depende mucho de cuál sea el secreto y de lo que implique revelarlo- cuanto más gravoso sea guardarlo para ti, más probable es que afecte tu bienestar. Si un secreto te hace sentir mucha vergüenza o reflexionar sobre aspectos negativos de ti mismo, probablemente sea bueno que prestes atención y averigües qué puedes hacer diferente para sobrellevarlo.
Por otro lado, las personas con secretos a menudo eligen pensar en ellos porque quieren entender qué sucedió y qué pueden aprender sobre sí mismos. Pero, si escribir tus pensamientos y reflexiones no te ayuda a lidiar con el trauma y no resuelve el problema en tu propia mente, podría ser una buena idea confiar en alguien cercano. Por lo general, la gente piensa mejor de nosotros de lo que esperamos, dice Slepian, y es más probable que empaticen en lugar de juzgar. Además, un confidente de confianza puede ofrecerte una perspectiva externa que te ayude, ya sea un amigo cercano, tu pareja o un terapeuta.
Si decides guardar un secreto, es posible que tengas que hacer todo lo posible para ocultar cualquier evidencia física o monitorearte cuidadosamente en caso de que algo se te “escape”. Sin embargo, el acto de esconderse no es necesariamente lo que te causa daño psicológico, dice Slepian. En cambio, es la forma en que mantener un secreto de los demás puede hacerte sentir aislado y menos conectado con ellos. Especialmente entre amigos íntimos y parejas románticas, ser reservado puede crear una distancia emocional y también hacerte sentir poco auténtico.
“A menudo, cuando le ocultamos algo a una pareja, creemos que lo hacemos por el bien de la relación, para evitar conflictos o para no herir los sentimientos de la otra persona”, escribe. “Pero si bien mantener un secreto con tu pareja puede evitar cualquier reacción imaginaria que esperas de ella, tiene el potencial de hacer más daño que bien”.
Entonces, ¿hay alguna regla general infalible que nos ayude a saber cuándo guardar un secreto y cuándo no? No exactamente, aunque Slepian aconseja a las personas que revelen secretos que probablemente saldrán a la luz de todos modos, y cuanto antes, mejor. Tu reputación podría verse arruinada por un secreto, y podría ser mejor revelarlo y disculparte por el comportamiento pasado en lugar de tratar de ocultarlo.
SECRETOS QUE MERECEN SER GUARDADOS
Existen algunas situaciones en las que podría ser mejor mantener un secreto. Slepian proporciona algunas pautas:
A veces, guardar un secreto es el camino más noble a seguir, escribe Slepian:
Si el secreto arrastra tu bienestar, aunque sea ocasionalmente, mira de cerca ese dolor y haz todo lo posible por entenderlo. Ahora considera que tal vez mantener el secreto no cause daño a nadie más. Quizás tu secreto protege a alguien que te importa. O tal vez tengas tus razones para guardar el secreto. Si uno de estos parece más cercano a tu situación, entonces ese es tu recurso de afrontamiento, tu salvavidas.
Y, en última instancia, la elección es y siempre debe ser tuya.
Fuente: Espacio Mutuo.
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