Mike Robbins, autor de We’re All In This Together, escribe la siguiente reflexión en su libro:
“Un mentor mío me dijo algo hace años en lo que pienso y recurro a menudo.
‘Mike, ¿sabes lo que se interpone entre ti y el tipo de relaciones que realmente quieres tener con la gente? Probablemente sea una conversación de 10 minutos con las palmas de las manos sudorosas que tienes demasiado miedo de tener. Si te vuelves bueno en esas conversaciones de 10 minutos con las manos sudorosas, tendrás relaciones fantásticas: resolverás conflictos, generarás confianza y podrás resolver las cosas’, dijo.
Y continuó diciendo: ‘Estas conversaciones te ayudarán a conocer a personas que son diferentes a ti, hablar sobre temas importantes que deben abordarse, y poder dar y recibir comentarios que son necesarios para el crecimiento y el éxito de todos. Pero si las evitas -como lo hacemos la mayoría de nosotros porque pueden ser difíciles, incómodas y, a veces, complicadas- serás simplemente una víctima de cualquier persona con la que vivas, trabajes e interactúes en la vida’”.
La sabiduría de ese mentor fue acertada. Estas conversaciones de manos sudorosas a menudo implican hablar sobre un tema delicado, participar en un debate o conflicto importante, dar o recibir comentarios duros pero esenciales, o alguna combinación de estas cosas. Y nuestra capacidad para participar en este tipo de conversaciones de manera efectiva como grupo tiene mucho que ver con el desempeño, la confianza y la cultura de nuestro equipo.
CONFLICTO DEL BUENO
Según el Dr. Bernie Mayer, profesor de resolución de conflictos en el Instituto Werner de la Universidad de Creighton, Estados Unidos, y autor de The Conflict Paradox, los conflictos saludables son esenciales para que los equipos se desempeñen al máximo.
El Dr. Mayer dice: “A menos que podamos capacitar a las personas para que aborden los problemas que surgen en el camino, para enfrentar las dificultades, para reconocer y ajustarse cuando las estrategias no funcionan o son imposibles de implementar, para ayudar a quienes están con dificultades, para manejar las tensiones y los conflictos inevitables que engendra el trabajo desafiante, y para mantener una actitud positiva sobre ese trabajo, no podemos construir un equipo, unidad u organización verdaderamente eficaz”. Si el conflicto no se aborda directamente, agrega, “los problemas se intensifican, los puntos de vista importantes se ahogan y la comunicación efectiva se inhibe”.
La capacidad para que tú y tu equipo se involucren de manera efectiva en un conflicto puede no ser tan fácil o divertida, pero es fundamental para el desempeño, tanto individual como colectivo.
NO HUYAS DE TUS PROBLEMAS
Cuando Robbins habla con personas, líderes y equipos sobre este importante tema, a menudo pregunta: “Cuando escuchas la palabra conflicto, ¿qué se te viene a la mente?”.
Muchas veces, las respuestas son pelea, discusión, desacuerdo, debate o ira. “Probablemente estén pensando en esos escenarios específicos como el que tenemos con ciertas personas en el supermercado o en el avión o incluso en la calle, en un mal día”, dice el experto.
Sin embargo, cuando luego pregunta: “¿Qué queda disponible cuando abordamos y resolvemos un conflicto?”, la gente suele cambiar las asociaciones y recita palabras como: nuevas ideas, más confianza, soluciones a problemas, comprensión y conexión.
Si bien a la mayoría de nosotros no nos gusta especialmente el conflicto, todos sabemos lo valioso e importante que es, especialmente para nuestros equipos, nuestro trabajo y para construir una cultura sólida y desempeñarnos al más alto nivel. Realmente se trata de nuestra relación con el conflicto y nuestro miedo al respecto lo que lo hace difícil, más que el conflicto en sí.
¿LA CLAVE DEL ÉXITO?
Un estudio transcultural realizado por el Instituto de Investigación sobre Trabajo y Empleo de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, encontró que el conflicto es a la vez liberador y fundamental para el éxito del equipo. Según el estudio, los equipos que pueden participar de manera efectiva en conversaciones difíciles tienen una ventaja competitiva significativa sobre sus contrapartes, generando mejores ideas, más creatividad y mayor innovación.
Claramente, se necesita coraje para tener este tipo de conversaciones con las palmas de las manos sudorosas (que a veces duran más de 10 minutos, por supuesto) y para involucrarse en un conflicto directamente. Es vulnerable y, a menudo, aterrador por varias razones.
Sin embargo, normalmente lo que corre más riesgo es nuestro ego. Y aunque no hay garantías, la mayoría de nosotros hemos aprendido por las malas que, por lo general, es mejor abordar un conflicto directamente que evitarlo, lo que a menudo hace que se intensifique y empeore. También sabemos que no estar dispuesto a tener este tipo de conversaciones es, en última instancia, mucho más dañino para nosotros, nuestras relaciones y nuestro equipo que correr el riesgo y participar.
Aceptar el conflicto de manera saludable es importante para nosotros personalmente y también para nuestro equipo. Es esencial para nuestra capacidad de conectarnos, entendernos y crear los tipos de soluciones, ideas y resultados que son necesarios para nuestro éxito. Y, si estamos en posiciones de liderazgo y somos parte de un equipo de liderazgo, participar en estas conversaciones con las palmas de las manos sudorosas con valentía y eficacia no sólo es importante para el desempeño de nuestro equipo, sino que también tiene un impacto crítico en la cultura de la organización.
Nuestro miedo al conflicto puede ser peor que el conflicto mismo
Y continuó diciendo: ‘Estas conversaciones te ayudarán a conocer a personas que son diferentes a ti, hablar sobre temas importantes que deben abordarse, y poder dar y recibir comentarios que son necesarios para el crecimiento y el éxito de todos. Pero si las evitas -como lo hacemos la mayoría de nosotros porque pueden ser difíciles, incómodas y, a veces, complicadas- serás simplemente una víctima de cualquier persona con la que vivas, trabajes e interactúes en la vida’”.
La sabiduría de ese mentor fue acertada. Estas conversaciones de manos sudorosas a menudo implican hablar sobre un tema delicado, participar en un debate o conflicto importante, dar o recibir comentarios duros pero esenciales, o alguna combinación de estas cosas. Y nuestra capacidad para participar en este tipo de conversaciones de manera efectiva como grupo tiene mucho que ver con el desempeño, la confianza y la cultura de nuestro equipo.
CONFLICTO DEL BUENO
Según el Dr. Bernie Mayer, profesor de resolución de conflictos en el Instituto Werner de la Universidad de Creighton, Estados Unidos, y autor de The Conflict Paradox, los conflictos saludables son esenciales para que los equipos se desempeñen al máximo.
El Dr. Mayer dice: “A menos que podamos capacitar a las personas para que aborden los problemas que surgen en el camino, para enfrentar las dificultades, para reconocer y ajustarse cuando las estrategias no funcionan o son imposibles de implementar, para ayudar a quienes están con dificultades, para manejar las tensiones y los conflictos inevitables que engendra el trabajo desafiante, y para mantener una actitud positiva sobre ese trabajo, no podemos construir un equipo, unidad u organización verdaderamente eficaz”. Si el conflicto no se aborda directamente, agrega, “los problemas se intensifican, los puntos de vista importantes se ahogan y la comunicación efectiva se inhibe”.
La capacidad para que tú y tu equipo se involucren de manera efectiva en un conflicto puede no ser tan fácil o divertida, pero es fundamental para el desempeño, tanto individual como colectivo.
NO HUYAS DE TUS PROBLEMAS
Cuando Robbins habla con personas, líderes y equipos sobre este importante tema, a menudo pregunta: “Cuando escuchas la palabra conflicto, ¿qué se te viene a la mente?”.
Muchas veces, las respuestas son pelea, discusión, desacuerdo, debate o ira. “Probablemente estén pensando en esos escenarios específicos como el que tenemos con ciertas personas en el supermercado o en el avión o incluso en la calle, en un mal día”, dice el experto.
Sin embargo, cuando luego pregunta: “¿Qué queda disponible cuando abordamos y resolvemos un conflicto?”, la gente suele cambiar las asociaciones y recita palabras como: nuevas ideas, más confianza, soluciones a problemas, comprensión y conexión.
Si bien a la mayoría de nosotros no nos gusta especialmente el conflicto, todos sabemos lo valioso e importante que es, especialmente para nuestros equipos, nuestro trabajo y para construir una cultura sólida y desempeñarnos al más alto nivel. Realmente se trata de nuestra relación con el conflicto y nuestro miedo al respecto lo que lo hace difícil, más que el conflicto en sí.
¿LA CLAVE DEL ÉXITO?
Un estudio transcultural realizado por el Instituto de Investigación sobre Trabajo y Empleo de la Universidad de Berkeley, en Estados Unidos, encontró que el conflicto es a la vez liberador y fundamental para el éxito del equipo. Según el estudio, los equipos que pueden participar de manera efectiva en conversaciones difíciles tienen una ventaja competitiva significativa sobre sus contrapartes, generando mejores ideas, más creatividad y mayor innovación.
Claramente, se necesita coraje para tener este tipo de conversaciones con las palmas de las manos sudorosas (que a veces duran más de 10 minutos, por supuesto) y para involucrarse en un conflicto directamente. Es vulnerable y, a menudo, aterrador por varias razones.
Sin embargo, normalmente lo que corre más riesgo es nuestro ego. Y aunque no hay garantías, la mayoría de nosotros hemos aprendido por las malas que, por lo general, es mejor abordar un conflicto directamente que evitarlo, lo que a menudo hace que se intensifique y empeore. También sabemos que no estar dispuesto a tener este tipo de conversaciones es, en última instancia, mucho más dañino para nosotros, nuestras relaciones y nuestro equipo que correr el riesgo y participar.
Aceptar el conflicto de manera saludable es importante para nosotros personalmente y también para nuestro equipo. Es esencial para nuestra capacidad de conectarnos, entendernos y crear los tipos de soluciones, ideas y resultados que son necesarios para nuestro éxito. Y, si estamos en posiciones de liderazgo y somos parte de un equipo de liderazgo, participar en estas conversaciones con las palmas de las manos sudorosas con valentía y eficacia no sólo es importante para el desempeño de nuestro equipo, sino que también tiene un impacto crítico en la cultura de la organización.
Fuente: Espacio Mutuo.
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